Parece que los resultados de las últimas elecciones generales han caído como agua de mayo para algunos, haciendo florecer actitudes desprovistas de responsabilidad política. Estamos viendo cómo la impunidad de la que años atrás había disfrutado el Partido Popular vuelve en forma de arrogancia al observar que la manipulación comunicativa a través de televisiones públicas, el uso de organizaciones estatales para conspirar contra rivales políticos y, sobre todo, la corrupción y el saqueo de las arcas públicas para beneficiarse personal y electoralmente, no les ha pasado factura en las urnas. Han debido de concluir que la ética en la política no es importante, reafirmándose en su estrategia tradicional de confrontación y manipulación, visto que no tienen nada que aportar al debate político y que, por el contrario, tienen mucho que esconder.
No sabemos si el PP no ha comprendido el actual momento político que exige responsabilidad, diálogo y debate, o que simplemente no lo quiere comprender. Las formaciones que gobernamos Sant Joan (y que representamos más del 54% de votos le pese a quien le pese), trabajamos conjuntamente siendo conscientes de nuestras diferencias, dejando la testosterona de lado y apostando por una política más cooperativa y empática. Por el contrario, el anterior gobierno del PP se tejió a base de egos, conflictos internos y de la imposición de unos contra otros. Sin embargo, parece que algunos ya lo han olvidado.
Es curioso que se nos acuse de hacer política de postureo cuando el Partido Popular ha sido el rey de la política escaparate, de los carriles bici de 20 metros que no llevaban a ninguna parte y de los saraos constantes, convirtiendo a veces el ayuntamiento en una compañía de teatro más que en la casa de todos. Todavía recordamos algunas papeletas nulas en las elecciones europeas de 2014 denunciando el #CortijoAracil que representaba nuestra institución municipal.
También sorprende la reciente preocupación por el dinero público que muestran sus representantes, algunos de ellos retribuidos por la Diputación con nóminas de más de 3.000 euros mensuales por un Partido Popular que se negó a moderar los salarios, manteniendo todos los privilegios, y que todos estos años se ha dedicado –supuestamente- a enriquecerse del dinero público y a colocar a afines para crear redes clientelares. ¿Hay que recordar los casos Brugal, Gurtel, Rus o Taula?
Incluso con todo esto, los ataques a las formaciones que les han sacado del consistorio santjoaner son constantes. A nosotros no nos hace falta indicar que las nóminas de los concejales de Compromís están al acceso de todo el mundo y son un reflejo de nuestro trabajo, porque no nos dedicamos a destruir o calumniar, como algunos de los populares de Sant Joan. Es fácil llenar las redes de insinuaciones que hacen referencia a nuestra gestión, pero más fácil es echar la vista atrás para comprobar que la suya, la del gobierno popular, ha sido nefasta, fruto de una política que buscaba únicamente lo visible frente a lo necesario, que dividía al municipio entre residentes de primera y residentes de segunda y que apostaba por proyectos estrellados ya de inicio como la UCAM (recordemos que era la propia Consellera del Partido Popular la que se oponía a la autorización de la universidad) que nos ha costado ya a día de hoy 112.250 euros y que puede llegar a costarnos hasta un millón más por unos terrenos que pretendían comprar para que unos pocos hicieran negocio. Ese es su modelo, el del uso del dinero público para el enriquecimiento de unos pocos, el capitalismo de amiguetes. Parece que eso también lo han olvidado.
Sin embargo, ahora lo que molesta es que nosotros trabajemos poniendo por encima las necesidades del municipio, intentando programar y dejar de lado la visión cortoplacista y aquellos proyectos personalistas que han imperado estos últimos años, solventando problemáticas como las obras del Mercado, necesarias para que la Conselleria de Sanidad no cerrase el recinto. Con el Archivo nos ha ocurrido tres cuartos de lo mismo, por no hablar de los Decretos de Policía que estaban sin ejecutar desde 2013 y que hemos tenido que ir poniendo al día, porque la seguridad vial de las personas nos importa. También se han hecho gestiones para optimizar las facturas de suministro energético, donde calculamos un ahorro de 30.000€/anual, frente a la política de “apagar farolas” que ha imperado hasta ahora. Gestión de cosas muy importantes pero que el Partido Popular ha desatendido descaradamente. ¿O acaso no es importante que el Mercado Central siga abierto tras las inspecciones de Sanidad de octubre 2014 y abril 2015 que apuntaban la necesidad de acometer dichas obras?
Si la irresponsabilidad les caracterizó como gobierno, no iban a decepcionarnos como oposición. La postura ridícula en la que se han sumergido, alegando desgobernabilidad del municipio en base a un cruce de opiniones en redes sociales o en mentiras y manipulaciones. ¿Hace falta recordar que hace un par de años se hizo un uso desafortunado del twitter institucional de Cultura? Las acusaciones que incidían en el mal estado del pavimento en la zona de la Alquería es otro ejemplo, debido a que su secretario general, al haber gestionado vías públicas, sabe perfectamente que el pavimento es privado y la propia comunidad de vecinos está trabajando en ello. ¿No será el Partido Popular quien toma por “idiotas” a santjoaners i sanjoaneres?
Hemos reiterado en varias ocasiones lo necesaria que es una oposición trabajadora y constructiva para nuestra democracia, pero el Partido Popular prefiere tirar de acusaciones gratuitas, de banderas y conflictos lingüísticos en lugar de encargarse de presentar propuestas que mejoren la vida de nuestros vecinos y vecinas. Nosotros no vamos a entrar en ello, porque nosotros sí que estamos trabajando por ofrecer un modelo de ciudad, de sociedad, en la que todos caben y pueden participar. ¿O se tuvo en cuenta la opinión de la gente para destrozar remodelar la Plaza de la Constitución?
Sant Joan no necesita una oposición malfaenera, tramposa, incapaz, manipuladora e irrespetuosa. Seamos serios. Nuestros vecinos y vecinas merecen algo mejor.