Estamos acostumbrados a ser objeto de acusaciones infundadas por habernos atrevido a denunciar públicamente dinámicas irresponsables, autoritarias y poco transparentes en la gestión de la administración local. Pero se dice que el tiempo da la razón a quien la tiene.Una de nuestras críticas más relevantes fue la despreocupación a la hora de aprobar los presupuestos de 2017 de un equipo de gobierno que puso en riesgo inversiones tan necesarias como la rehabilitación de la Torre Ansaldo, el urgente asfaltado de calles deterioradas o la mejora y mantenimiento de edificios públicos. Tras meses de dilataciones innecesarias, vimos cómo se ponía una vez más en riesgo su aprobación por una subida de sueldos buscada por los socialistas y, finalmente, por una modificación unilateral de 50.000 euros a costa de sacrificar políticas ambientales, fomento de la bici y políticas de juventud, entre otras (casualmente todas gestionadas por Compromís). Una imposición llevada a cabo por el alcalde, rechazando éste cualquier alternativa como sacar esa cantidad de la partida dedicada a talleres de empleo, que no se iba a realizar. Pero no.
Ahora nos encontramos, de la noche a la mañana, con una propuesta de modificación de crédito por valor de 400.000 euros y, ¡qué casualidad!, resulta que ahora se puede prescindir de 60.000 euros de talleres de empleo para, precisamente, dotar de mayor capacidad aquellas partidas que el alcalde quería recortar (Medio Ambiente, Mantenimiento, Urbanismo, Igualdad…). ¿Cuál es el criterio del equipo de gobierno para negar en septiembre lo que dos meses después plantean?
Vaya por delante que desde Compromís no hemos impedido que se apruebe la modificación propuesta, pues cubre algunas de las necesidades que llevamos tiempo poniendo encima de la mesa y de las que nadie se había preocupado. Ahora bien, nos apena constatar de manera tan palmaria que el rechazo a estas propuestas -cuando venían de la mano de nuestros concejales- eran fruto de una simple batalla partidista para que no pudiéramos gestionar plenamente nuestras áreas y luego señalarnos con el dedo. Dos años y medio donde no han puesto el interés de vecinos y vecinas en el centro de la acción de gobierno y que confirma lo inasumible de seguir compartiendo esta manera de funcionar para nosotros.
Esta modificación de crédito viene a revelar que todo aquello que propusimos se descartó y se atacó simplemente por la obsesión por invisibilizar y desprestigiar nuestro trabajo en busca de una victoria política contra Compromís a base de imposiciones. Esta política de testosterona nos ha llevado a que Sant Joan no cuente con presupuestos para 2017, perdiendo así un millón de euros en inversiones y mejoras.
Para tapar este desaguisado, presentan esta medida in extremis sin comunicarla ni explicarla en tiempo y forma por parte de un equipo de gobierno que está en minoría. Una modificación que entrará en vigor, con suerte, el 28 de diciembre. Sólo hará falta un pequeño contratiempo para que los proveedores no puedan cobrar. Una completa irresponsabilidad.
Todo esto se podría haber resuelto en septiembre con voluntad de consenso, pero se ha preferido optar por el enfrentamiento y la lucha de egos para acabar con un gobierno cojo sin presupuestos y que ahora presenta una propuesta que no resuelve las prioridades del municipio.
Tras nuestra salida nada ha cambiado. Pretenden seguir gobernando bajo ocurrencias y dinámicas impositivas, sin transparencia ni respeto a los vecinos y vecinas que ven cómo los socios restantes deben bailarle el agua al señor Albero para mantenerse en el gobierno. No parece, desde luego, el proyecto plural y progresista por el que apostó Sant Joan en 2015.
Esta estafa hecha gobierno no puede mantenerse por mucho tiempo sin proyecto que ofrecer, pues los intereses son cambiantes y muchas veces traicioneros. El tiempo dirá. Desde Compromís seguiremos trabajando para que Sant Joan esté por encima de la poltronería y el interés propio.