Hace más de 10 años que Palmeretes, una finca única por su estilo en toda la huerta alicantina, fue abandonada, resultando víctima de la expoliación y el vandalismo. Además, la dejadez en la protección del patrimonio ha sido una constante en los anteriores gobiernos municipales, llegándose a actuar en Palmeretes durante la anterior legislatura únicamente cuando la asociación Lloixa realizó una denuncia ante la Generalitat.
Esta apatía de la Administración Pública cesó en 2015. En julio, a raíz de un gran incendio en el semisótano de la casa y tras más de 10 pequeños incendios en 2 meses, redactamos un informe desde Urbanismo donde se certificaba el deterioro de la finca y emitimos una orden de ejecución con la finalidad de exigir la responsabilidad a la propietaria, asegurar la estructura del edificio y evitar mayores daños.
Sin embargo, antes de poder hacer cualquier actuación, se produjo el hecho más grave ocurrido a la propiedad: un incendio en la última planta del edificio principal que afectó especialmente a la cubierta. Visto el peligro al que estaba expuesta la finca, impulsamos nuevos procedimientos que garantizasen su supervivencia, al mismo tiempo que reforzamos los contactos con la propietaria (un banco) y mediamos para que esta propiedad tuviera una utilidad para el municipio.
A pesar de hacer una primera intervención exitosa, lamentablemente y de forma inesperada, la relación con la entidad bancaria dejó de ser tan fluida y ésta evitaba hacerse cargo de sus responsabilidades derivadas del nuevo incendio. Esto nos obligó a iniciar un nuevo procedimiento de ejecución subsidiaria en el que, dadas las dificultades interpuestas, no fue hasta marzo de 2017 que SUMA consiguió emitir factura por este concepto, habiéndose ya presentado por aquel entonces una licencia para la rehabilitación de la finca. Precisamente, ese mismo mes, desde Urbanismo no tardamos en conceder la licencia para su restauración.
Justo cuando parecía que íbamos a acabar finalmente con años de deterioro de uno de los edificios simbólicos de Sant Joan, la finca pasó a manos de otro propietario, quien solicitó una prórroga para poder presentar un proyecto completo que recuperara Palmeretes y que lo adaptara a la finalidad a la que la finca iba a ser destinada.
Pasado un año, esta odisea ha llegado a su fin. Los trabajos de rehabilitación ya se han iniciado y durarán previsiblemente 2 meses. Lejos del desenlace que vio la Dominica o la expoliación de Casa Conde ante una Administración que miraba para otro lado, esta legislatura hemos cumplido con el deber de un Ayuntamiento y protegido el patrimonio municipal.
Sergio Agueitos