El anuncio de que el TRAM uniría Alacant, Sant Joan y Mutxamel generó expectativas en las tres poblaciones. Por fin tendríamos un servicio limpio, moderno, respetuoso con el medio y eficiente. Después de que en 1965 la línea 4 de los antiguos tranvías fuera cerrada quedó el autobús como único servicio público. Las razones de la sustitución es una más de las decisiones para beneficio de unos cuantos amiguetes que se tomaban durante esa fiesta de la corrupción que fue el franquismo. Se desmantelaron todas las infraestructuras de las líneas de tranvía y ni siquiera se conservó el terreno por donde discurrían en previsión de que ese espacio sirviera en un futuro para cualquier tipo de transporte público.
Ese autobús, el número 23, en la actualidad es absolutamente ineficiente. Es también un transporte urbano de Alacant, cualquiera puede subir en El Perpetuo Socorro y bajar en Alfonso el Sabio, por ejemplo. Además, como la línea discurre por la Avenida de Dénia y hace un bucle en el Hospital de Sant Joan, el tiempo medio del trayecto oscila entre cincuenta minutos y una hora desde el Institut L’Allusser en Mutxamel y cuarenta a cincuenta minutos entre la intersección del Carrer de la Rambla con El Salt en Sant Joan. Para que nos hagamos una idea, lo mismo que tarda un coche desde la entrada de la antigua AP7 en Ondara hasta el mercado central de Alacant, o desde Benissa en el caso de Sant Joan. Según Google Maps.
Es fácil explicarse porqué los vecinos de Sant Joan y Mutxamel “baixem a Alacant” en coche particular, agravando los problemas de contaminación y de congestión de tráfico. Las condiciones y tiempos de trayecto hacen que la movilidad sea insostenible y además mucho más lenta que con el vehículo particular, porque compite con todo el tráfico y ni siquiera tiene preferencia en los semáforos. Por eso, aspirábamos a tener un TRAM que conectara con Alacant en el menor tiempo posible además de ser respetuoso con el medio. Sin duda, si las vías del TRAM fueran lo más recto posible desde la costa por Pintor Pérez Gil o adyacentes hasta el Hospital y después a Benimagrell, es seguro que sería mejor que lo que tenemos ahora. Y se acerca más al futuro TRAM que podría llegar al centro de Sant Joan y Mutxamel. La conexión con el Hospital y la Universitat se conseguiría en menos tiempo para todos.
Pero, inexplicablemente, se quiere hacer una especie de zig-zag que pase por el PAU 5 y por Nou Natzaret. Si miramos un mapa vemos que ambos PAU y las líneas de la playa y la que acabaría en Benimagrell recto, no están a más de diez o doce minutos, en los extremos, de una parada de tram presente o futura. Por eso, sería necesario que además de las distintas alternativas se nos informara de los intereses que las patrocinan. Somos más de 55.000 personas que tenemos nuestra primera vivienda en Sant Joan i en Mutxamel y en los dos PAU solo hay previsiones para el futuro. Pero claro, se puede vender más caro un piso o chalet con el TRAM en la puerta. Recomiendo la lectura de “La España de las Piscinas” de Jorge Dioni sobre los PAU.
Si al final se hace ese zig-zag, las administraciones públicas implicadas tendrán que proponernos una alternativa. Porque ese recorrido elimina las posibilidades, ya al límite si fuera recto, de un transporte público a la altura de las necesidades del siglo XXI. Creo que es ineludible definir una movilidad que cohesione el área urbana y metropolitana, conectándola de forma que se fomente la movilidad sostenible, accesible, segura y amable con las personas y nuestro entorno, en un transporte público eficiente, limpio y al alcance de todos. Y que vertebre la actual y la futura Àrea Metropolitana d’Alacant.
Los que propusieron y construyeron nuestros tranvías a principios del siglo XX lo hicieron así. Porque sabían que poner fronteras a la ciudad es inútil. Las ciudades llegan hasta donde hay servicios comunes y hasta donde éstos se definen para su futuro. Mutxamel, Sant Joan y su zona comercial y de ocio, el Hospital y el Campus universitario son parte integrante del Área Metropolitana de Alacant. Hace falta que las entidades públicas y privadas, junto a la participación ciudadana – por cierto, chapó por el trabajo que ha llevado a cabo la Plataforma TRAM Sant Joan-Mutxamel -, conformen una visión realista que planifique y ordene nuestra área urbana compartida.
Es necesario incidir en cómo han de evolucionar nuestros transportes públicos a fin y efecto de gestionar los servicios de forma competente y eficiente. Y, sobre todo, que ponga la atención en las necesidades de las personas primero, sin anteponer las de interesados en hacer caja sirviéndose del erario público.
Alfonso Terrones